Sueños

El fin de semana antepasado, en una charla con unos amigos, terminé hablando de Daryl Hannah, contando además algo que jamás había confesado: hace mucho tiempo, cuando yo tendría por ahí unos 9 años, vi la que tal vez fue mi primera película de ella. Una que ni siquiera es famosa y que seguro mucho de uds ni siquiera la conocerán. Se llama Summer lovers. Era demasiado pequeña yo para entender su trama, pero en cambio sí marcó mi vida para siempre, porque desde ahí tuve un sueño gigante: conocer Grecia, bueno más que Grecia, conocer todas esas islitas pequeñas que la componen y más específicamente Santorini, que desde ese momento tanto me atrajo. Ese deseo quedó ahí, en la lista de deseos que uno durante su vida va escribiendo, con la firme determinación y casi sabiduría que algún día cumplirá. Hablando sobre esa película con mis amigos comprendí que nunca jamás desde esos 9 años había vuelto a ver o escuchar de la película, así que este fin de semana que pasó, la busqué y la volví a ver. La película es mala, muy mala, pero me evocó tantas cosas y tantos sentimientos, que me conmovió mucho. Me conmovió porque hace 3 años cumplí ese deseo, con todo lo especial que eso trae: la satisfacción tan inmensa que supone poner un chulito a uno de esos deseos que están en esa lista, sin decir que Santorini no solo cumplió sino que superó todo expectativa. Me conmovió porque me hizo caer en cuenta que al final, uno si va por la vida cumpliendo esos deseos que lleva dentro de su corazón, porque al final y aunque tan solo estén en el inconsciente hacen parte de uno y del camino que, aunque no parezca, uno va haciendo en el día a día. Pero sobretodo me conmovió, porque dentro de esa lista de deseos está aún tal vez el más grande y el que en especial en los últimos meses había pensado que ya no cumpliría con todo el gran desanimo que eso supone.  Ahora tomo ánimos de nuevo y digo ¿bueno, y por qué no?. Acá los dejo con el póster de la película y con el día en que años después se cumplió el deseo.