Hoy de casualidad, mientras hacía el conteo de los votos en Uniandinos, me enteré de la muerte de Alberto Schotborgh. ¡Quedé sorprendida y con el corazón arrugado! De todas formas, no puedo evitar reconocer que él hace parte decisiva e importante de mi vida universitaria y por qué no de mi vida.
A él le debo haber podido entrar a estudiar en la Universidad de los Andes, universidad que por esos años no permitía entrar a personas que se hubieran graduado hacía más de 2 años del colegio. Yo tenía 2,5 años y era muy doloroso para mí que no se me permitiera la entrada cuando el único motivo por el que yo no había entrado apenas me gradué es porque a mi papá lo habían trasladado a vivir a Suecia. ¡Hubiera valido más haber sido una mala estudiante y haber repetido 2 años! Al menos así me hubieran aceptado el formulario de inscripción.
"No hay nada que podamos hacer" me dijo la persona de la ventanilla, ud. no cumple los requisitos de la Universidad y por ende no podemos recibirle la inscripción. Ante mi insistencia la persona me indicó´que lo único que tal vez podía hacer era hablar directamente con el decano de Admisiones, el profesor Schotborg. Tuve una cita con él, le llevé todos los papeles, le expliqué mi situación de haber estado viviendo 2 años por fuera del país, mis notas de colegio, lo que había hecho en Suecia, y al final de mi exposición lo único que me dijo fue: "Ud. se graduó del colegio en 1990 y la universidad acepta solo a personas que se hayan graduado del 91 en adelante, no vamos a hacer ninguna excepción y menos por usted". Bastante decepcionada y bastante triste cogí mis papeles, me paré y cuando estaba a punto de abrir la puerta, algo me hizo tomar un valor inusual -tal vez sabiendo que era mi última oportunidad- y le dije: "Al menos deme el gusto de que vio más de mí que no solo mi año de graduación". "Yo puedo ver lo que sea pero ya le dije que usted no cumple los requisitos y no vamos a hacer ninguna excepción" y me hizo ademán de que le pasara los papeles. Los vio por un rato, varias veces, pasaba las hojas para un lado y para el otro, se quedó pensando y me dijo "Ok... traigame traducido lo que usted hizo en Suecia para el lunes -era viernes- y yo le doy autorización".
Y así fue como fui aceptada en la Universidad... Años después el destino me llevó a ser su alumna de Cálculo vectorial. Quienes son de la Universidad saben qué él era de los profesores más difíciles y pocos pasaban sus clases. Yo la pase, ¡se la dejé en 5.0! Si se acordaba de quien era yo o no, ni idea. Pero para mí, fue uno de mis orgullos más grandes en la Universidad. Sentía que era mi forma de decirle que no olvidaba nunca sus palabras de que no haría ninguna excepción y menos por mí.
Así que esa es mi historia con él y por esto me conmueve mucho su fallecimiento. Profesor Alberto Schotborg: ¡Descanse en paz! ¡Gracias de todas formas por haberme dado la oportunidad y por haberme permitido demostrarle que no fue un error!
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