Bueno y como todo en la vida son etapas... hoy es mi último día de incapacidad luego de prácticamente 8 semanas. Y así como hace 8 semanas me costaba creer que iba a tener que parar prácticamente toda mi vida, ahora me cuesta creer que tenga que volver a ese ritmo nuevamente. Debo confesar que disfruté mi convalecencia y aprendí a disfrutar de un ritmo pausado, de la calma, de la quietud. Compartí tiempo con mi familia, estuve en mi casa, reflexioné, me vi forzada a recibir y depender, a delegar, me dediqué tiempo a mí, entender el valor de cuidarme, vi el mundo desde otro lugar. Hace 8 semanas no me sentía preparada para parar mi vida, ahora no me siento preparada para retomarla 100%, no quiero, o quiero pero pudiendo llevar lo aprendido, no quiero entrar de nuevo en esa inercia del día a día, quiero saber que hay tiempo para todo, para hacer las cosas pausadamente, espero y de verdad quiero no equivocarme en el intento. Y bueno, a pesar de la inmovilidad, del dolor, de la incapacidad, de la frustración me atrevo a decir, que este tiempo fue una bendición y aprendí a disfrutarlo. ¿Quién lo creyera? Así que, gracias a ti Dios, por regalármelo.
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