Hoy hace 13 años exactamente, vivía yo mis primeros días en Portugal. Por TV seguí la peregrinación que sucedía a poco más de 100 kms de donde yo estaba: Fátima.
Eran días emocionalmente demasiado difíciles para mí, (de los más difíciles de mi vida). Así que pensando en esa cercanía geográfica, que solo hasta ese día dimensioné, y aferrándome a toda mi formación tan fuerte católica decidí apostarle a esa luz de esperanza. Le pedí a Ella con todas mis fuerzas que me ayudara a salir de esa situación y comencé a rezar el rosario.
Poco tiempo después tuve la fortuna de conocer su santuario, y los lugares donde, dicen, apareció. Y no solo una, sino varias veces. Es un lugar que recuerdo con especial cariño. Un lugar donde definitivamente quisiera volver.
Hoy 13 años después, mi percepción espiritual es claro distinta, pero no por eso dejo de reconocer el poder tan fuerte que tiene el rosario en momentos de adversidad (en los momentos más difíciles de mi vida me he vuelto a aferrar a él). Y en especial es imposible, no reconocer, lo importante que la Vírgen de Fátima fue en ese entonces en mi vida y como mi ruego fue lo único que en ese momento me dio la fuerza para continuar.
Hoy que se cumplen los 100 años de su aparición creo que es el momento más adecuado para decirle en público: ¡Gracias!. Aunque ya muchas veces te lo dije en silencio allá mismo en Fátima y que tú sabes de mi inmensa gratitud hacia ti.
Esto, para mí, no se trata de catolicismo. Se trata de fe. Y en ese momento esa fe me ayudó y eso, considero, es lo que importa, agradezco y sobretodo es real.